martes, 24 de junio de 2008

Tras una sonrisa

Me despierto a las cinco de la mañana, agitado, sudando. Grandes gotas de sudor descienden desde mi graso pelo alborotado hasta mi barba de tres días. Sin encender la luz me incorporo y me siento al borde de mi cama. Está fría. Hace frío, pero la calefacción está al máximo. Entonces, ¿por qué?
He tenido un sueño, más bien ha sido una pesadilla. Un largo y afilado camino azul lo cortaba en dos mitades. Un verde trigal a un lado; al otro, agua amarilla rebosando un lago helado. Y en el centro, en mitad del camino, un cactus rojo alejándose poco a poco, en la distancia. Sin embargo, cada vez más grande, crece y crece hasta que todo lo que puedo ver es rojo. Un cactus rojo.

Me levanto y me dirijo al cuarto de baño. Cruzo la puerta y un escalofrío eriza mi ya de por sí excitado cuerpo. No sé qué es lo que pasa, pero no está bien. Abro el grifo, agua fría, y me lavo la cara. Entonces, al mirarme al espejo, me doy cuenta. Ya no está. La he perdido.
Salgo corriendo hacia el dormitorio, mi sospecha se convierte en velada realidad. Busco por toda la casa, la cocina, la terraza, la despensa, incluso debajo de la cama. Nada. ¿Dónde habrá ido? ¿Cuándo lo habrá hecho? ¿Por qué? Estoy seguro que anoche me acosté con ella. ¿Cómo ha podido? No me lo explico. ¿Acaso estaba mal conmigo? No sé qué hacer. No soy nada sin ella. Tengo que salir a buscarla. A la calle. Sin ella.

Sin pensarlo más, me visto. Me calzo mis grandes zapatos rojos. Están sucios y gastados. Saco del armario la gabardina marrón. Creo que es la más apropiada, no lo sé. Mientras me la pongo echo el último vistazo. Tal vez...

El aire de la mañana, en exceso frío, tiene su primer contacto en mi nariz desprotegida. Por un momento he pensado regresar. Me resulta extraño salir sin ella. Parece exagerado, pero me siento desnudo.

Camino deprisa. Tengo que ser rápido. Si alguien la viera sola, indefensa, podría intentar aprovecharse. Ella es tan dulce. Es muy simpática, se lleva bien con todo el mundo y se iría con cualquiera que fuese un poco amable. Siempre parece feliz y contagia su risa fácil. Solo con su presencia sonríes y al instante te introduces en su mundo. Tus odios y desvelos se convierten en humos de colores estridentes. Lleva consigo un mundo de flores y estrellas.
Pensando pensamientos desvío mi atención de la tarea que me ocupa. No me doy cuenta que transito calles vacías que no parecen tener salida. Son oscuras, negras, sucias, malolientes. No es por aquí.

Puede que se haya cansado de mí. Alguien vulgar como yo no ofrece mucho
. Mirando a mi alrededor, ahora, veo toda clase de gente. Estoy parado en un semáforo del centro de la ciudad. Observo a las personas que vienen y van, a las que piensan, las que discuten, las que se besan, las que llegan tarde. ¿Y por qué iba a estar conmigo? Tal vez esté mejor con uno más fuerte, o más alto, más importante, más poderoso, o más famoso. Veo pasar un autobús municipal con un cartel anunciando la última película del actor de moda. Una gran cara donde no importa lo demás. Podría ser él.


Me siento a descansar. Un alto en mi infructuosa búsqueda. El pedestal de la estatua de un emperador romano sirve para mi sollozo. Sé que no soy gran cosa, nada especial. No he conquistado imperios. Por la calle ni siquiera se fijan en mí. No saben que existo, me ignoran. Pero cuando está ella todo es diferente. Nos miran, nos sonríen, nos señalan. A veces, nos hacen fotos.

Entro en un oscuro bar de barrio. Un presidente cualquiera habla de la
próxima guerra en las noticias. Necesito beber. Pienso en ella. Con ella nada me importa. Sin ella la tristeza me consume. Me agarra del cuello y aprieta. Me corta las venas. Me invita a una jarra de ‘valium 100’. Me empuja desde la ventana y solo quiero ser Ícaro. Me bebo mi jarra de cera recalentada de un trago.

Llevo todo el día buscándola. Mi reloj de arenas movedizas gira sin piedad. Un desierto inundado de impotencia. Puede que ellos también la quieran, la deseen, la necesiten. Puede ser. Todo el mundo quiere en su vida un toque de color. Y ella lo da ¡vaya que si lo da! No, no es posible. Sólo quieren usarla para engañar a los demás. Sólo les servirá de cara al público. Favoreciendo su imagen. Una vez en casa no le harían el menor caso. Estoy seguro. Ellos son así. Pero yo no. Puede que esté loco, pero yo no soy así. Ella es parte de mí. Siempre ha estado ahí. Me ha ayudado en los momentos más difíciles. Nunca se ha quejado, ni siquiera cuando le hice aquel retrato que tanto me costó. Estaba aprendiendo a dibujar y tardé horas y horas. Pero nos reímos mucho. Siempre allí.

Paso delante de un escaparate con las rebajas. Lo que yo veo es mi imagen reflejada. Sólo eso. Sólo la mía. Mi cara parece distinta. Está pálidamente oscura, cadavérica también. Mis ojos se hunden en profundos abismos de melancolía. Mis lágrimas... ¡Pero qué hago! No puedo seguir en este lastimoso trance fisionómico. Tengo que volver a casa. Quizás aparezca. Quizás esté allí, esperándome. O tal vez no se haya ido nunca. Tal vez todo sea un sueño, un mal sueño, un sueño rojo.

Las farolas iluminan mi andar cansino. Regreso a casa con mi engañada esperanza. Atrás dejo la fría noche. ¿Y qué me espera ahora? El largo corredor que conduce a mi puerta
me resulta angosto y espinado. Veo grietas que amenazan mi patético deambular. Abro la puerta. Un viento frío, siempre, atraviesa el salón para explotar en una ventana. ¿He dejado la puerta abierta, o...? Una chispa requiebra mi recién adquirida penumbra. Sin darme cuenta dirijo la mirada al cuadro de la esquina. Es su “retrato” y despide un extraño... calor.

Me aproximo atraído por la incandescente situación. Rojos destellos hirientes alcanzan mis pupilas. Las primeras lágrimas sofocan mi exaltación, porque está allí. Inmóvil, impasible. No me mira, ni me habla. No hace falta. Una leve caricia hierve mi sangre. Muy lentamente nos unimos de nuevo. Parece tanto tiempo. La calma va regresando. Me siento reír, me siento aire. Apenas me oprime. Salgo a la terraza. Ahora sí puedo respirar. Hasta mí se acercan las fragancias de las flores de colores del parque. Tras ella siento vivir. No volveré a descuidarme. Te guardaré en un lugar especial. Si hace falta te limpiaré todos los días y te sacaré brillo hasta que deslumbres al sol. También te cambiaré la gomita cada mes. Qué digo, cada semana. Viviré pendiente de ti. No dejaré que los niños te estrujen y te lancen como a una pelota. No lo eres. Pareces pero eres algo más. Eres mi compañera y mi luz. Eres mi alegría y mi esperanza. Eres mi vida sonriendo. Eres mi nariz roja de payaso.





20 comentarios:

+Susana dijo...

Muy bueno Luca, aunque esta vez he intuido lo que buscabas desde que te pusiste los zapatos rojos.

No me extraña que la buscases con tanta desesperación, es que sin la nariz roja, yo también me sentiría desnuda e indefensa, a parte de ser uno más entre la multitud.

Ten cuidado y no vuelvas a perderla, no la pierdas nunca.

Los dibujos que ilustran la entrada me han encantado ¿Los has hecho tú? Besos, calamar.

Belén dijo...

Sabes? lo sabía, cuando has empezado a contarme la historia sabía que era tu nariz...:)

Si es que te conozco bakalaoooooo

Besicos

Carlota dijo...

Pues a mí me despistaste totalmente, pensaba en el brillo de tu mirada o algo similar. Me ha encantado, artista. Supongo que los dibujos sean tuyos, y si no, es igual, me gustan de todos modos, pero el relato es perfecto, me ha atrapado desde el inicio, angustiado y emocionado. Un 10, calamar. Muac!

Alma dijo...

Uff, menos mal, que mal rato he pasado hasta que la encontraste

Besos salados payaso.

circe dijo...

Agüelo!! que esa no es la suya!!! que se ha llevado la de otra persona...usted sabrá ahora.....yo no me la ponría que a saber lo que tiene dentro......Que ya le he dicho, que ahora en veranito, cuando salga a la calle (o a correr) que use usted gorra, que luego me viene con eso de los cactus rojos y demás....
(Muy bueno el relato...)besos calamar

Luca dijo...

Hay que reconocer, Susana, que hay bastantes pistas para saber de que se trata. Pero muy bien, así me gusta, que estés atenta, jeje.
Los dibujos son el 'story board'. No son una maravilla, pero los hice deprisa y coriendo y son para lo que son, pero me resultaba gracioso ponerlos.
Bueno, ya estás más tranquila con este post? jeje.
Besos impacientes.

Es que eres muy listilla, Belén, jeje. Ya sabes que la echo de menos. En fin.
Besicos.

Hasta la mirada te cambia, Carlota, cuando te la pones, así que no está muy lejos de la idea. Los dibujos... hasta me parezco, jeje. Gracias, guapa.
Besos en tinta roja.

Alma, pero chica, espero no haberte hecho sufrir mucho, jeje. Por lo menos, al final, tuviste una sonrisita?
Besos.

Ya sabes, Circe, que si no me tomo las pastillas por la mañana acabo liándola, jeje. Es verdad, me da el sol demasiado, pero has pensado en un calamar con gorra? a ver si te has tomado tú mis pastillas...
Besos.

belenmadrid dijo...

yo no lo sabía!! no sabía lo que era, he estado en vilo toda la historia... qué bonita :)

belenmadrid dijo...

yo no lo sabía!! no sabía lo que era, he estado en vilo toda la historia... qué bonita :)

Luca dijo...

Me alegro que te haya gustado, Géminis. Con esa foto que tienes ahora te quedaría muy bien una, así, haciendo pompitas, jeje.
Besos gemelita.

Anónimo dijo...

Ay que bonita historia!!
Me encantó!!
Un beso!!

Sol solito dijo...

Jo!!! Eres muy raro!!! Un calamar corriendo con una nariz de payaso??? Cada día me sorprendes más...Que será lo proxímo??? Un calamar corriendo con sus tenta-culos y nariz de payaso tomando el Sol solito en la playa???? JAJAJAJA
Besos calamar....

Luca dijo...

Gracias Ivana, lo mejor es que tiene final feliz. No es de los de llorar, pero bueno, tampoco hay que pasarse.
Un beso.

Solito, es que nunca me has visto panza arriba tirado en la playa? Pues suelo ir muy a menudo. Y la nariz no se aprecia, porque me pongo todo colorado y se camufla. Los tenta-culos los tengo que tener guardados, que la gente se lo toma un poco mal, jeje.
Besos.

Jordicine dijo...

Todos tendríamos que tener la nariz de payaso preparada y hacerla servir a menudo. Yo me despierto cada día a las cinco de la mañana tío. Ja ja ja. Un abrazo y hasta pronto. (Hoy has batido el récord del post más largo).

Laura Carvajal dijo...

Me ha encantado este relato, me hizó pensar en eso que nos complementa como personas, lo que nos llena y nos da fuerza para seguir siempre adelante.

Un abrazo

Luca dijo...

La nariz de payaso, Jordicine, aunque no se tenga a mano para ponérsela, hay que llevarla siempre, en la cabeza, en el sentimiento y el humor de cada día. Aunque sea a las 5 de la mañana, jaja. No me va lo de los post tan largos, pero bueno, este era así.
Un saludo.

Espero, Laura, que tengas eso que te complementa, sea lo que sea. Y si no, ya sabes, a buscarlo!
Un beso.

Uma dijo...

Me encantó!!!!
Yo no sabía lo que buscaba, eso sí, me extrañó que sus zapatos fueran rojos.. jaja
Me tenía preocupada el relato, menos mal que la encontró!!!!
Besos "payasescos"..

Luca dijo...

Es que donde se pongan unos zapatos rojos... no, Uma? Bienvenida.
Un beso con sonrisa.

Nosotras mismas dijo...

Preciosa historia.

Un saludo

Luca dijo...

Gracias, nosotras mismas y bienvenidas.
Besos.

Romana Lopez dijo...

pues yo a la mia la paso el escochbrite todas las noches y duermo con ella bien abrazadita pa que no me se escape.abrazos