lunes, 30 de junio de 2008

No sé que más decir...




... igual es porque me duele la garganta de gritar.

martes, 24 de junio de 2008

Tras una sonrisa

Me despierto a las cinco de la mañana, agitado, sudando. Grandes gotas de sudor descienden desde mi graso pelo alborotado hasta mi barba de tres días. Sin encender la luz me incorporo y me siento al borde de mi cama. Está fría. Hace frío, pero la calefacción está al máximo. Entonces, ¿por qué?
He tenido un sueño, más bien ha sido una pesadilla. Un largo y afilado camino azul lo cortaba en dos mitades. Un verde trigal a un lado; al otro, agua amarilla rebosando un lago helado. Y en el centro, en mitad del camino, un cactus rojo alejándose poco a poco, en la distancia. Sin embargo, cada vez más grande, crece y crece hasta que todo lo que puedo ver es rojo. Un cactus rojo.

Me levanto y me dirijo al cuarto de baño. Cruzo la puerta y un escalofrío eriza mi ya de por sí excitado cuerpo. No sé qué es lo que pasa, pero no está bien. Abro el grifo, agua fría, y me lavo la cara. Entonces, al mirarme al espejo, me doy cuenta. Ya no está. La he perdido.
Salgo corriendo hacia el dormitorio, mi sospecha se convierte en velada realidad. Busco por toda la casa, la cocina, la terraza, la despensa, incluso debajo de la cama. Nada. ¿Dónde habrá ido? ¿Cuándo lo habrá hecho? ¿Por qué? Estoy seguro que anoche me acosté con ella. ¿Cómo ha podido? No me lo explico. ¿Acaso estaba mal conmigo? No sé qué hacer. No soy nada sin ella. Tengo que salir a buscarla. A la calle. Sin ella.

Sin pensarlo más, me visto. Me calzo mis grandes zapatos rojos. Están sucios y gastados. Saco del armario la gabardina marrón. Creo que es la más apropiada, no lo sé. Mientras me la pongo echo el último vistazo. Tal vez...

El aire de la mañana, en exceso frío, tiene su primer contacto en mi nariz desprotegida. Por un momento he pensado regresar. Me resulta extraño salir sin ella. Parece exagerado, pero me siento desnudo.

Camino deprisa. Tengo que ser rápido. Si alguien la viera sola, indefensa, podría intentar aprovecharse. Ella es tan dulce. Es muy simpática, se lleva bien con todo el mundo y se iría con cualquiera que fuese un poco amable. Siempre parece feliz y contagia su risa fácil. Solo con su presencia sonríes y al instante te introduces en su mundo. Tus odios y desvelos se convierten en humos de colores estridentes. Lleva consigo un mundo de flores y estrellas.
Pensando pensamientos desvío mi atención de la tarea que me ocupa. No me doy cuenta que transito calles vacías que no parecen tener salida. Son oscuras, negras, sucias, malolientes. No es por aquí.

Puede que se haya cansado de mí. Alguien vulgar como yo no ofrece mucho
. Mirando a mi alrededor, ahora, veo toda clase de gente. Estoy parado en un semáforo del centro de la ciudad. Observo a las personas que vienen y van, a las que piensan, las que discuten, las que se besan, las que llegan tarde. ¿Y por qué iba a estar conmigo? Tal vez esté mejor con uno más fuerte, o más alto, más importante, más poderoso, o más famoso. Veo pasar un autobús municipal con un cartel anunciando la última película del actor de moda. Una gran cara donde no importa lo demás. Podría ser él.


Me siento a descansar. Un alto en mi infructuosa búsqueda. El pedestal de la estatua de un emperador romano sirve para mi sollozo. Sé que no soy gran cosa, nada especial. No he conquistado imperios. Por la calle ni siquiera se fijan en mí. No saben que existo, me ignoran. Pero cuando está ella todo es diferente. Nos miran, nos sonríen, nos señalan. A veces, nos hacen fotos.

Entro en un oscuro bar de barrio. Un presidente cualquiera habla de la
próxima guerra en las noticias. Necesito beber. Pienso en ella. Con ella nada me importa. Sin ella la tristeza me consume. Me agarra del cuello y aprieta. Me corta las venas. Me invita a una jarra de ‘valium 100’. Me empuja desde la ventana y solo quiero ser Ícaro. Me bebo mi jarra de cera recalentada de un trago.

Llevo todo el día buscándola. Mi reloj de arenas movedizas gira sin piedad. Un desierto inundado de impotencia. Puede que ellos también la quieran, la deseen, la necesiten. Puede ser. Todo el mundo quiere en su vida un toque de color. Y ella lo da ¡vaya que si lo da! No, no es posible. Sólo quieren usarla para engañar a los demás. Sólo les servirá de cara al público. Favoreciendo su imagen. Una vez en casa no le harían el menor caso. Estoy seguro. Ellos son así. Pero yo no. Puede que esté loco, pero yo no soy así. Ella es parte de mí. Siempre ha estado ahí. Me ha ayudado en los momentos más difíciles. Nunca se ha quejado, ni siquiera cuando le hice aquel retrato que tanto me costó. Estaba aprendiendo a dibujar y tardé horas y horas. Pero nos reímos mucho. Siempre allí.

Paso delante de un escaparate con las rebajas. Lo que yo veo es mi imagen reflejada. Sólo eso. Sólo la mía. Mi cara parece distinta. Está pálidamente oscura, cadavérica también. Mis ojos se hunden en profundos abismos de melancolía. Mis lágrimas... ¡Pero qué hago! No puedo seguir en este lastimoso trance fisionómico. Tengo que volver a casa. Quizás aparezca. Quizás esté allí, esperándome. O tal vez no se haya ido nunca. Tal vez todo sea un sueño, un mal sueño, un sueño rojo.

Las farolas iluminan mi andar cansino. Regreso a casa con mi engañada esperanza. Atrás dejo la fría noche. ¿Y qué me espera ahora? El largo corredor que conduce a mi puerta
me resulta angosto y espinado. Veo grietas que amenazan mi patético deambular. Abro la puerta. Un viento frío, siempre, atraviesa el salón para explotar en una ventana. ¿He dejado la puerta abierta, o...? Una chispa requiebra mi recién adquirida penumbra. Sin darme cuenta dirijo la mirada al cuadro de la esquina. Es su “retrato” y despide un extraño... calor.

Me aproximo atraído por la incandescente situación. Rojos destellos hirientes alcanzan mis pupilas. Las primeras lágrimas sofocan mi exaltación, porque está allí. Inmóvil, impasible. No me mira, ni me habla. No hace falta. Una leve caricia hierve mi sangre. Muy lentamente nos unimos de nuevo. Parece tanto tiempo. La calma va regresando. Me siento reír, me siento aire. Apenas me oprime. Salgo a la terraza. Ahora sí puedo respirar. Hasta mí se acercan las fragancias de las flores de colores del parque. Tras ella siento vivir. No volveré a descuidarme. Te guardaré en un lugar especial. Si hace falta te limpiaré todos los días y te sacaré brillo hasta que deslumbres al sol. También te cambiaré la gomita cada mes. Qué digo, cada semana. Viviré pendiente de ti. No dejaré que los niños te estrujen y te lancen como a una pelota. No lo eres. Pareces pero eres algo más. Eres mi compañera y mi luz. Eres mi alegría y mi esperanza. Eres mi vida sonriendo. Eres mi nariz roja de payaso.





viernes, 6 de junio de 2008

Cortando el viento



Cierto día, hace mucho tiempo, encontró una manera nueva de 'volar' por la vida. La encontró junto a la mochila, en el destartalado desván del último piso. Recordó cómo, en su niñez, lo había visto hacer muchas veces. Inclusó lo intentó, pensó con su media sonrisa. 'Bueno, parece que ha llegado el momento de hacerlo de nuevo', se dijo. Y salió de allí con la mochila llena.



Entonces volvió a sentir aquella aceleración e inseguridad infantil que descarga emociones compulsivas. Sentía golpear su cara, sentía aprensión en los pies, empujones en su espalda. 'Navegaba' a la deriva. Pero tenía que seguir. Un poco. Un poco más. Y así era un poco más feliz. A partir de ahora montaría sobre sus ruedas cada día. Siempre le había gustado patinar.

lunes, 2 de junio de 2008

Yo, conmigo... y mis amigos

Bueno, pues ya está aquí!!!!!
Hoy es mi cumple.
Uno más o uno menos?
Da igual, sigo aquí.
Y ya que estoy, disfrutaré del momento.
Quieres venir conmigo?
Un poco de música...
ganas de reir...
La primera ronda la pago yo.
A mi SALUD!!!

domingo, 1 de junio de 2008

De paseo por ahí

Sé de uno que vive como un marqués (ahora mismo está durmiendo a pierna suelta) Su única preocupación es que cada día tenga la comida servida. Y poco más. Y si no... protesta. En realidad protesta por casi todo. Si no tiene la comida servida, protesta. Si no tiene su baño limpio, protesta. Si le haces o le dices cualquier cosa, protesta. Si quiere salir a la terraza, protesta. Si llegas tarde a casa, protesta. Vamos, que es un protestón. Pero en el fondo es buen chico. Un buen 'gato', más bien. Protestón y cansino como el que más. Encima me paso el día recogiendo pelo de toda la casa (ay, es persa, qué bonito... grrrr) Pero, bueno, nos soportamos, jeje. El caso es que no hace nada en todo el día. Qué estrés.


A veces reclamo sus servicios. Ya que soy yo el que le hace todo siempre, a veces me aprovecho un poco de él. El otro día, sin ir más lejos, le mandé a unos recados y se portó como un campeón. Se fue a ver a Susana y a hacer unos amiguitos en su fauna real. Así se relaciona un poco. Y, mira por dónde, me trajo un regalito. No era suyo, si no de Susana. Pero me hizo mucha ilusión también y me alegró el día. Y él, todo feliz, con su mochilita llena (vaya, parezco un poco explotador, jeje) Le dí unas rodajas de choped y jamón york y tan contento.



Otro día se me escapó. Y yo preocupándome por él, que estaba estupéndamente de excursión. Cuando vino, otra vez con la mochilita llena, me contó que se había cogido una moto y se había ido a una concentración motera. Qué tío. Y sin avisarme. Me dijo que se encontró con 2 locas muy simpáticas, que se le llevaron a dar una vuelta. Rodaron juntos unos días, contándose sus cositas y pasándolo bien. Resultó que le dieron un regalito para mí, para que no me sintiese solo, ya que no estaba allí. Les doy mil gracias y espero poder quemar unos kms con ellas (o como ellas)



Luego, mi gato me dijo que les había cogido unos regalitos más, porque tenían un montón para repartir. Y este, que es muy cuco, llenó la mochilita muy sigilósamente. Lo siento, chicas, pero los guardo con mucho cariño.


Ahora está durmiendo (sigue) porque dice que está cansado. Lo que le pasa es que es un 'perro', jeje, todo el día perreando. El caso es que me lo está pegando (todo lo malo se pega, jeje) Y como estoy mu'perrrrrrroo, voy a ser un poco malo. Me voy a quedar durmiendo to'tirado con mi gato... esperando que venga la gente a vernos. El que llegue hasta aquí y nos salude, que se coja lo que quiera, que tengo de todo (como en el rastro, jeje) Baratito, baratito. Pasen y vean.